Pintar con luz, un acto háptico.
Los conocimientos decimonónicos están vigentes en muchas de las prácticas que hoy reproducimos, por ejemplo, nuestras formas de gobierno y lo que entendemos por arte. Los valores estéticos como la belleza, la fealdad, lo grotesco o lo sublime tomaron fuerza y comenzaron a definirse en este siglo. El quehacer artístico y sus códigos nunca han permanecido inmóviles, pensemos en Las Vanguardias o Ismos y los cuestionamientos que hicieron a los cánones clasicistas además de la generación de nuevos modos de ver*.
La producción artística no puede ser revisada fuera de su contexto, el Impresionismo por ejemplo deja de percibirse como manchas coloridas cuando recordamos que es contemporáneo de la fotografía. La máquina fotográfica logró mimetizar lo que por siglos la pintura busco reproducir por medio del dominio de técnicas gráfico plásticas.
Después de la fotografía, la posibilidad de retratarse, retratar un paisaje u objetos es un acto que requiere un instante, podemos almacenar estas imágenes en distintos formatos y soportes. Es tan cotidiano como abrir una puerta, comer una sopa con una cuchara o subir el cierre de un pantalón... Sin embargo las tecnologías a nuestro alcance no sólo simplifican nuestra vida, algunas veces nos enfrentan a nuestra capacidad creadora y nos llevan a procesos de reflexión y desarrollo de nuevas técnicas y dominios.
¿Por qué hacer antotipia en pleno siglo XXI, donde el ser humano atraviesa una (otra) crisis planetaria y los avances tecnológicos nos permiten sentarnos frente a las pantallas de nuestros celulares, computadores, etc. para sentirnos próximos y en compañía? Además, si tenemos a la mano (claro siempre y cuando pueda pagar por ellas) cámaras con chingo de megapíxeles o programas de edición ¿para qué moler plantas, emulsionar telas o papeles y hacer plantillas para obtener un fotograma?
Por la contemplación y la experiencia háptica. La contemplación porque con ella uno aprende a mirar, a percibir a través de la vista, el olfato y el oído. Lo háptico, se refiere a la percepción con el tacto y su relación con los demás sentidos. Al moler trébol, espinaca, otras plantas o hierbas, el olor que emana de cada una es distinto, se disfruta o hastía; los dedos se humedecen, el líquido de esta molienda escurre entre ellos y tiñen los surcos de tus huellas dactilares. Después lo pones en el colador, la textura de la masa que se aprieta entre la tela es suave. Obtienes tu reserva de tintura, mojas el pincel lo pasas por encima del papel y este reacciona, esperas a que seque y vuelves a humedecer...
El ser humano ha estudiado, extraído y utilizado pigmentos naturales para un sin fin de prácticas, desde las pinturas rupestres, el teñido de fibras, uso ornamental y decorativo en utensilios, etc... En el siglo XIX, Mary Somerville (la reina de la ciencias del siglo XIX), Henri August Vogel, Theodor Freiherr von Grottuss y John Herschel se dedicaron a estudiar las propiedades fotosensibles de las plantas, además de difundir estos saberes.
John Hershel, es conocido como el padre de la Antotipia, esta técnica fotosensible trata de obtener un fotograma con la ayuda de plantas o hierbas y la exposición a la luz solar. Se utiliza un papel o tela como soporte, se muelen las hojas o hierbas seleccionadas, se separa la masa obtenida con la ayuda de un colador o un pedazo de tela como manta de cielo se reserva la tintura en un frasco, ahora con un pincel se humedece un trozo de tela de algodón o papel de algodón. Se aplican cuatro capas, dejando secar entre una y otra.
Mientras seca por completo, se eligen elementos orgánicos planos (hierbas, hojas, tallos, raíces, plumas, etc.) Estas servirán para crear una nueva composición. Se puede crear una plantilla con cartón, negro de preferencia, una imagen impresa en acetato o papel albanene.
Exposición. En un soporte (Cartón, triplay delgado, mdf) se coloca el papel humedecido con la tintura, debe estar seco, encima de este se ponen los elementos a estampar, se cubre con un vidrio transparente, se fija con pinzas y se expone a pleno sol de dos a cuatro días. Se realizan varias pruebas para saber cómo reaccionan los materiales. El betabel, la curcuma, el axiote, zanahoria, fresa, zarzamora y la jamaica, son otras alternativas.
Antotipia con tintura de trébol. Dos días de exposición bajo cielo nublado claro. *Modos de Ver, John Berger. |

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