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Serendipia (digital)


...siete partes de treinta de un trece que cree en la suerte




Gritarle a la universa y pedirle que nos de aquello que anhelamos puede no ser una de las mejores prácticas para salirnos con la nuestra y por supuesto que no hay nada más alejado del pensamiento científico hijo del siglo XIX,  pero,  habemos quienes afortunadamente fuimos educados con una dosis de pensamiento mágico-religioso, así que heredamos y reproducimos ciertas prácticas que significan cada uno de nuestros respiros. 

Luego ya bien arraigaditas, salimos con nuestra yerbera de confianza y compramos preparados para abrir los caminos, que pa' la abundancia, pal' mal de ojo, etc. Aprendemos también cómo atraer el amorts verdadero, qué color nos beneficia para pedir trabajo, hacer un examen, en fin. Una serie de saberes bien atesorados, los cuales pueden ser intercambiados  durante una plática en el camión, en el mandado, viendo nuestro programa de revista favorito o consultando las últimas páginas de los periódicos. 

Año nuevo es una de esas fechas (mi favorita) donde hasta el tío más rejego, escéptico y por supuesto alejado de las supersticiones y los falsos conceptos  te da su receta para la abundancia, se come a prisa casi al borde del suicidio sus doce uvitas al ritmo de las campanadas. Y cuando hablo del tío lo hago con toda intención, pues eso de la brujería, magia, hechicería, inserte aquí el sustantivo que prefiera para referirse al uso y creación  de sortilegios a su favor, es una práctica atribuida en mayor medida a las mujeres, lo cual celebro porque esos tes y remedios que mis abuelas me heredaron bien que me han servido. 

Así que hablar de la chiripa o como el alto mundo de la academia la nombra, serendipia, tenía que llegar en algún momento de mi vida. Debo aclarar que no creo en la suerte... Pero, Erika, llevas tres párrafos hablando sobre magia, superstición, remedios... ¿y no pinches crees en la suerte? Pues no, esa concatenación atribuida a uno o varios  burócratas celestiales/infernales me es difícil de aceptar.    

Soy fiel creyente de la tercera ley de Newton, por lo tanto procuro navegar al revés de la ley del si hubiera... Luego la cosa se pone interesante porque uno debe tomar responsabilidad de lo que hace, dice o provoca; lo que a mi parecer es mejor que preguntarse lo que habría sido. La certeza para una mente con TOC es más útil y calma el alma. 

Aún con todo eso, la pinche surte me tuvo que tocar a mí. En el peor momento de mi vida, que afortunadamente se quedó bien escabullido entre mis miedos y mis angustias del 2015. De pura chiripa, la última historia de amor romántico me llegó,  varios años después se convertiría en un cuaderno bicromático, lleno de palabras y trazos que se negó a morir en mi caja de recuerdos.

Dejé en la supercarreteradelainformación una versión de la primer chiripa que intenté sintetizar en aquella libreta. Subí siete partes de treinta de un trece que contribuyó a que unos cuantos meses de concatenaciones estén para siempre en mi memoria. Se quedarán ahí por varias razones pero principalmente tres. 

Primero porque a manera de catarsis era necesario crear para seguir adelante. Durante el proceso me senté e intente dialogar con la universa, me eche las cartas, leí el horóscopo, desperdicie dos estrellas fugaces y  me dijo de varias formas que no, que ahí no y pues contra eso qué se le va a hacer. ¡Dibujar y escribir por supuesto! 

Después, el tiempo se multiplicó y la grieta del sistema empezó a ser más evidente.  La contemplación me llevó a pensar de nuevo que nada me obliga a seguir creyendo en un amor romántico, desgastante, transitorio y doloroso. Con algo de ayuda de una chispita violeta en mi cerebro reflexione y concluí  que al ser la última experiencia de amor romántico que estoy dispuesta a vivir debía crear algo, a manera de referencia, como recordatorio a un proceso que no concuerda con lo que intento construir. 

Y como cantó Lavoe, todo tiene su final, existen procesos que no pueden ser nombrados desde lo conocido, que se niegan a encajar en definiciones arbitrarias, eso es mi serindipia, la suma de horas, penumbras, canciones, caminos, voces, preguntas que nunca pude nombrar y se convirtieron en palabras e imágenes. Parte de ellas vivirán en este limbo de interconexiones. 

Sí, sí, suena muy autoreferencial, y me da lo mismo. Ahí está, ahí se quedará. ¿Por qué debería interesarle al mundo? Quizá porque es libre y pueden hacer con ella lo que deseen, imprimirla, leerla, transformarla, ignorarla...¡qué se yo! Pero si hay curiosidad tiene una caricatura de un corazón humano, algunas letras y trazos. 















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