Pintar con luz, un acto háptico. Los conocimientos decimonónicos están vigentes en muchas de las prácticas que hoy reproducimos, por ejemplo, nuestras formas de gobierno y lo que entendemos por arte. Los valores estéticos como la belleza, la fealdad, lo grotesco o lo sublime tomaron fuerza y comenzaron a definirse en este siglo. El quehacer artístico y sus códigos nunca han permanecido inmóviles, pensemos en Las Vanguardias o Ismos y los cuestionamientos que hicieron a los cánones clasicistas además de la generación de nuevos modos de ver* . La producción artística no puede ser revisada fuera de su contexto, el Impresionismo por ejemplo deja de percibirse como manchas coloridas cuando recordamos que es contemporáneo de la fotografía. La máquina fotográfica logró mimetizar lo que por siglos la pintura busco reproducir por medio del dominio de técnicas gráfico plástica...
Vivir el azul Prusia Las primeras semanas de esta realidad casi distópica recuerdo dos pláticas que tuve sobre las oportunidades que esto podría otorgarnos, ambas giraban en torno a la contemplación y el encierro y cómo estos pueden llevarnos a estados mentales casi desquiciantes, pero, quienes hemos atravesado por estados caóticos y de autodestrucción sabemos platicar con nuestros demonios, sentarnos, abrir una cerveza y mirarles directamente a los ojos mientras se nos ocurre qué crear y cómo aprovechar la incertidumbre. Hacer fotografía experimental o alternativa, algunas veces nombrada análoga , nos pone cara a cara con el nulo control de la existencia y nuestra finitud. Los fotogramas obtenidos por el método de la antotipia, por ejemplo, terminaran desapareciendo en algún momento. La clorofila existente en la tintura que se obtiene de las plantas sigue actuando a la luz solar, las formas del fotograma son consumidas y no queda más que una tenue mancha marrón....