De Graffiti a "Street Art"
El graffiti tocó a mi puerta como a la de muchos allá por la adolescencia, protagonizada por amigos de la infancia que un día desdieron apropiarse del espacio público a través de los tags y las bombas, quienes plumón en mano, lata o cualquier objeto que les ayudara a dejar su huella en una pared, el vidrio de un camión etc... gritaban que ahí estaban, que algo querían o buscaban, aunque en ese momento no supieran con certeza lo que era.
No podíamos teorizar sobre la construcción de nuestra identidad, nuestro habitar el espacio público, incluso carecíamos de las herramientas teóricas (probablemente no las hemos hallado) para responder las preguntas hijas de nuestra pubertad, adolescencia y situaciones psicosociales que vivíamos. Pero el graffiti visibilizó nuestras problemáticas, nos ayudo a construirnos como entes sociales, nos fue abriendo camino. Llegó el momento de elegir.
El tiempo nos llevó por muchos caminos, no somos aquellos niños sedientos de adrenalina, algunos se aferraron al graffiti, otros se consagraron a las artes visuales o al diseño, unos más trabajan en una oficina y dejaron atrás esos días entre plumones, válvulas y corretizas; otros no tuvieron tanta suerte, ya no existen o quizá nunca volvamos a vernos.
Por mi parte decidí desde hace tiempo caminar de la mano de las disciplinas visuales, ahora platico con graffiteros de antaño que entre platicas banqueteras (no por eso menos serias o poco instruidas) me corrigen y me dicen no reconocerse artistas, ellos son ¡GRAFFITEROS! porque transgreden el espacio público, lo otro, me dicen, es ilustración en gran formato.
Con toda la intensión entonces, cuando hablo con un "artista" no más por el gusto de desquiciarlo le pregunto desde cuándo se dedica al graffiti, generalmente con la mayor solemnidad me responde _¡Yo NO hago graffiti, lo mío es STREETART!_
También los hay de aquellos godines que se aferran a pintar aunque sea su cubículo y luego tagearlo en las redes, o quienes son artistas de día y graffiteros de noche. La escena del arte siempre es variada y multidimensional.
Hay un lugar en la historia del arte, (aunque muchos se aferren y digan que no es arte, ya lo veremos con los años y con uno que otro interés económico) que algunos anhelan y se convirtió desde hace unos años en el Dorado del graffiti, en realidad de su hijo el Streetart.
Este espacio, legitimado por el mercado, varía. Puede ser una casa, la banqueta de una avenida , la marquesina o el escaparate de una cadena de artículos deportivos, en fin casi cualquier espacio público o privado que permita reivindicar, después de una larga historia de persecución e ilegalidad al graffiti. Generando así para las organizaciones privadas e instituciones públicas cuantiosos beneficios por medio de la apropiación y difusión de esta disidencia; promocionando, patrocinando y abriendo nuevos espacios para los ahora llamados artistas urbanos.
Por supuesto que esta situación no ha terminado con el llamado gaffiti ilegal, es posible encontrar sus manifestaciones gráficas en los espacios rurales pero aun predomina en los paisajes urbanos repleto de tags, bombas, stickers y demás. Su intención es distinta del streetart, tampoco es obligatorio que quien realice esta manifestación humana se vea obligada a transitar de un espacio a otro, como si fuera una especie de transición. Habrá quien habite ambos terrenos y quien siga corriendo entre la oscuridad de la noche, vagones, baldíos, barrancos... para dejar su huella.
Erika CarMor
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